BOSQUES DE HAYAS
Hoy hablaremos de los bosques con hayas con mercurial. El mercurial es una planta herbácea que corresponde en su denominación taxonómica a la división de los angiospermas y familia de las euforbiáceas, con hoja de color verde amarillo y lanceolado, flores verdosas separadas de ambos sexos y su jugo se usa como purgante.
Posiblemente el occidente asturiano alberga el mayor bosque del árbol dominante en las áreas de montaña, pese a lo reciente de su presencia en la zona y al inadecuado clima local. El haya, que en el ámbito cantábrico es una especie de montaña (no así en el centro y el norte de Europa, donde sus bosques cubren las llanuras), está preparada para soportar un frío intenso (hasta 25 grados bajo cero), pero sólo en temporada; las heladas tardías en abril y mayo estropean los brotes y las yemas del árbol. Esa adaptación permite que el hayedo ascienda hasta el límite forestal (roza los 1.900 metros), si bien lo habitual es que se desarrolle entre 700 y 1.500 metros, con su óptimo en torno a los 1.000 metros. A su vez, la fauna asociada al hayedo se oculta o ha desaparecido en su mayor parte con el avance del otoño; muy pocos arrostran los rigores del invierno, entre ellos el urogallo común cantábrico, que tiene aquí uno de sus últimos reductos en Asturias, donde no hace tanto tiempo era el rey del bosque, a la vez con el oso pardo, al que las cosas le van bastante mejor.
Su fruto el hayuco, una nuez muy grasa y altamente nutritiva, que madura entre septiembre y octubre, y cae al suelo en el último trimestre del año, es un recurso clave para el sostenimiento de la fauna forestal en invierno (aunque la vecería hace que solo abunde un año de cada cinco o seis), consumido en el momento y, en algunos casos, también almacenado en despensas que, si no se utilizan, acaban convertidas en viveros de bosque.
Por último hablaremos de como el cambio climático ha afectado a esta especia como a muchas otras lo que hace que se creen ambientes más secos y una redistribución del calendario de lluvias, que, además, varían su intensidad lo que hace que esta especie retroceda y se repliegue más hacia el norte. El reinado de los tres últimos milenios en los bosques de montaña de Asturias tiene fecha de caducidad salvo que se produzca un improbable golpe de timón en las políticas energéticas y el ascenso térmico se detenga.
Carlos Rovés Suárez